[Todos decanato] "De la anarKia a la diKtadura", por Armando Ribas
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Wed Sep 10 17:19:11 ART 2003
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DE LA ANARKÍA A LA DIKTADURA
Armando P. Ribas
Dícese que el gobierno ha politizado la elección en la Capital Federal, cuando
tan sólo se trata de una elección municipal. Esto es cierto, pero más cierto
aun es que el gobierno ha politizado toda la vida nacional a través del llamado
a la lucha de clases. Más allá de que háyase usado o no esa nomenclatura, es
evidente que el llamado al enfrentamiento entre los ricos y los pobres no es
otra cosa que el planteo de la lucha de clases. Demás está decir que la politización
de la vida nacional no es otra cosa que el maniqueísmo político que engendra
el totalitarismo.
El hecho de que creamos que no se debe politizar la elección de la Capital,
no significa que podamos evitarlo, pues es sabido que se necesitan dos para
bailar el tango, pero sólo uno para la guerra. Por tanto, una vez que ha sido
politizada dicha elección, no queda más remedio que aquellos que no compartimos
el proyecto decididamente hegemónico del gobierno, que participemos de la misma.
Es decir, hay que luchar por todos los espacios del poder que limiten el accionar
hegemónico del Ejecutivo.
Es indudable, asimismo, que hace rato que la Constitución Nacional y los derechos
que ella garantiza son un papel mojado en la vida cotidiana. El pueblo, ese
pueblo que tanto aman los políticos, se encuentra sometido por una parte a
la arbitrariedad de los gobiernos y sus burocracias y por la otra a los desmanes
de nuevos S.A. de la Argentina que responden al nombre de piqueteros. La anarquía
callejera que permite violar el artículo 22 de la Constitución se complementa
con la acción del gobierno que viola el artículo 29.
A los efectos de aclarar estos conceptos, me voy a permitir citar los dos artículos
mencionados:
"Art. 22: El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes
y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de
personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste
comete delito de sedición."
"Art. 29: El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional ni los Legisladores
provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni
la suma del poder público, ni otorgarle sumisiones o supremacías por las que
la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos
o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable
y sujetarán a los que lo formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad
y pena de los infames traidores a la patria."
Desde su advenimiento, este gobierno democrático hizo escarnio de la ciudadanía
con la invitación a Fidel Castro, paladín de la dictadura más sangrienta que
haya padecido América Latina, y facilitarle hablar en la Facultad de Derecho.
Al amparo de esta magna figura, la señora Hebe de Bonafini, igualmente señera
de la lucha por los derechos humanos (de los guerrilleros, no de los ciudadanos),
llamó públicamente a la revolución armada sin que a las autoridades se les
moviera un pelo, y las demandas judiciales al respecto fueron rechazadas. Más
recientemente, el señor DElía ha hecho igualmente público su llamado a la
guerra civil e igualmente el artículo 22 de la Constitución brilla por su ausencia.
Y en el mismo sentido, por aquello de que a "Dios rogando y con el mazo dando"
los piqueteros interrumpen el paso por doquier y destruyeron la Plaza de Mayo,
mientras el gobierno les paga a costa de los impuestos que pagan los ciudadanos
por su labor "social".
Por su parte, el gobierno desde su llegada ha violado los más elementales principios
jurídicos, en su lucha contra las Fuerzas Armadas y contra la Corte Suprema
de Justicia. Así se intenta la revisión de cosa juzgada y aun el desconocimiento
de la soberanía nacional al aceptar la extradición de los militares a solicitud
de un juez español, que olvida hacer lo propio en su país. Afortunadamente,
la fiscalía española más sabia o más consciente de lo jurídico frente a lo
político ha rechazado tal demanda. Por su parte, el Congreso, en otro aporte
al Foro nacional, ha "anulado" las leyes de punto final y obediencia debida,
desconociendo una vez más la competencia de los distintos poderes de la Nación
y usurpando el que le compete a la Corte Suprema. Demás está decir que sí sería
competencia de la Corte Suprema declarar la inconstitucionalidad de la ley
de acefalía que en su artículo 4º dice paladinamente que la Constitución no
se aplica.
En su lucha contra la Corte Suprema, el gobierno olvida su propia naturaleza
jurídica que surge de la evidente inconstitucionalidad de la ley de acefalía
y así como del Código Electoral en lo referente al ballotage. Mientras el circo
impera en la Casa Rosada, supuestamente en búsqueda de una legitimidad del
poder no alcanzado durante el proceso electoral, el pan permanece esquivo al
resto de la ciudadanía que no participa de la política del "piqueterismo social".
Mientras la situación económica languidece bajo el peso de la inseguridad jurídica
existente y la evidente ausencia de un programa coherente, se acerca la fecha
del 9 de Septiembre próximo en que vence el plazo para el pago al FMI. Comparto
el pensamiento del Ministro Lavagna, aparente manzana de la discordia dentro
del gobierno nacional, de que el pago de la deuda debe condicionarse al crecimiento
económico. Casi podría decir que intentar pagar la deuda a costa del crecimiento
es un sueño imposible. Pero el crecimiento no sólo depende de que se llegue
a un arreglo propicio con los acreedores, sino de que se abandone el circo
y el enfrentamiento creado por el gobierno en todos los órdenes.
Así se debe arreglar el problema creado a los bancos, fundamentalmente por
el absurdo jurídico y económico de la pesificación asimétrica, y tal como señalara
Scioli, en contra del señor Di Vido, que se ajusten las tarifas públicas, y
no que se enfrente e insulte a los inversores extranjeros, como hiciera el
Señor Presidente en su reciente viaje por España y Francia. Debo reconocer,
no obstante, que si bien la declaración de default con el beneplácito y aplauso
de la mayoría del Congreso Nacional fue un hecho deleznable, no fue menos irresponsable
el propiciar un programa económico desequilibrante que resultara en una deuda
impagable. Lo que sí no es cierto, es la dicotomía maniquea que ha surgido
en la demonización del denominado neoliberalismo. A esta patraña se ha sumado
recientemente el payaso que asuela a Venezuela, que parece que hubiera aplicado
el "neoliberalismo" en su país, pues la economía venezolana anda peor que la
argentina y el desastre se logró durante su gobierno.
El programa de desequilibrio que surgió con la denominación de la convertibilidad
y que fuera apoyado por el FMI en sucesivas ocasiones, no es una alternativa
al denominado modelo productivo. El desequilibrio producido y que fuera similar
al que produjera la crisis en México, el Sudeste de Asia, Brasil, los países
nórdicos, etc., no fue otro que el resultado de lo que he denominado el neosocialismo.
Es decir, de la incompatibilidad entre la política fiscal y la política monetaria
y cambiaria. O sea "solidaridad" en el gasto y "ortodoxia" monetaria y cambiaria.
La receta del desastre.
Lo que se necesita, entonces, es dejar de ideologizar la situación presente
y reconocer que necesitamos un acuerdo con el FMI, un acuerdo con los bancos,
un acuerdo con los acreedores y un acuerdo con las empresas proveedoras de
servicios. La política social y el circo con militares, la Corte et al., si
bien puede mejorar las encuestas, está muy lejos de mejorar la vida de los
argentinos. Sólo la seguridad jurídica en todos sus aspectos podría atraer
nuevamente la inversión necesaria para lograr la necesitada recuperación económica.
Para ello, igualmente es necesario que el acuerdo con el FMI incluya la reducción
de impuestos a la vez que la eliminación de impuestos distorsivos. El gasto
ha bajado en términos reales, pero si el nivel de imposición se mantiene es
como si no hubiese ocurrido en su impacto sobre el sector privado. El actual
nivel impositivo lo único que logra es el mantenimiento de la evasión como
única alternativa viable para permanecer en el mercado.
La economía no es una ciencia aparte de la ética y de la política; el haber
aceptado esa falacia ha sido a mi juicio un error fundamental del liberalismo
en la Argentina. Por tanto, no se puede propiciar un programa económico coherente
al tiempo que se permite y facilita que el gobierno ocupe todos los factores
del poder. Por tanto, la elección en la Capital, ya politizada, es imprescindible
ganarla, o mejor dicho que el gobierno no tenga ese baluarte político en su
proyecto hegemónico. Macri es la única alternativa.
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